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Un año de asedio en Gaza: la destrucción deliberada de la infraestructura civil

Gaza va camino de desaparecer. Con el 66% de sus edificios dañados, Israel ha conseguido en un año de guerra y bombardeos indiscriminados desfigurar y reducir a escombros la Franja de Gaza mientras masacra a la población palestina. Y todo ello con la complicidad del mundo occidental.

La invasión empezó con el pretexto de acabar con Hamás y liberar a los 253 rehenes secuestrados por la organización paramilitar palestina durante el ataque terrorista del 7 de octubre de 2023. Sin embargo, la infraestructura civil pronto se convirtió en un objetivo militar de primer orden, según advirtió en noviembre el relator especial de la ONU sobre el derecho a la vivienda, Balakrishnan Rajagopal, y doce meses después ninguno de los dos objetivos iniciales se ha cumplido.

Casas, hospitales y escuelas han sido desde entonces arrasados sin disimulo alguno junto con la red de abastecimiento de electricidad, agua, comida o medicamentos, y más de 41.600 gazatíes han perdido la vida a manos del Ejército israelí según las autoridades palestinas, la mayoría de ellos civiles.

Además de los bombardeos sistemáticos y arbitrarios, Israel ha empleado armamento prohibido por los tratados internacionales —incluido el fósforo blanco—, ha asesinado a trabajadores humanitarios, personal sanitario y cerca de 130 periodistas, ha impedido el acceso de suministros básicos a la Franja y ha usado el hambre como arma de guerra, todos ellos actos calificables como crímenes de guerra o lesa humanidad.

La Franja de Gaza era ya inhabitable antes del 7 de octubre del pasado año: Israel lleva bloqueando por tierra, mar y aire el enclave desde 2007, cuando Hamás accedió al poder, y el 81% de sus dos millones de habitantes era pobre antes del estallido de la guerra actual. Pero en el último año la destrucción de infraestructuras ha convertido a Gaza en un lugar en el que apenas se puede sobrevivir, una trampa en el que el derecho a la vida se conquista día a día.

Destrucción de edificios en la Franja de Gaza (3-6 de septiembre 2024, UNOSAT)Mapa de la destrucción en Gaza

Así es como Israel ha reducido a cenizas los hogares y la red de abastecimiento de la población civil en Gaza.

Viviendas

La Franja de Gaza contaba con 470.000 viviendas antes del estallido del conflicto, de las cuales 228.000 han sufrido daños según datos de septiembre del Centro de Satélites de las Naciones Unidas (UNOSAT, por sus siglas en inglés), aunque un informe de marzo del Banco Mundial, la propia ONU y la Unión Europea ya elevaba la cifra a 291.000 hogares. En su inmensa mayoría —el 76% de las afectadas— las casas han quedado totalmente destruidas.

Esa devastación ha provocado que haya 1,9 millones desplazados dentro de Gaza —nueve de cada diez habitantes— y que cerca de un millón de palestinos necesiten urgentemente la llegada de equipos de sellado para sus refugios improvisados o tiendas de campaña de cara al invierno.

Las cifras totales en cualquier caso son difíciles de calcular. Las agencias de la ONU y las ONG no pueden garantizar la seguridad en los traslados de sus trabajadores, y los periodistas solo pudieron visitar la Franja durante los primeros meses de la ofensiva y siempre en compañía del Ejército israelí. Por lo tanto, el análisis de imágenes satélites es la principal fuente de datos para calcular el grado de destrucción de Gaza, lo que da lugar a variaciones en las estimaciones generales.

Electricidad

El suministro eléctrico ya era muy limitado antes del conflicto. Hasta octubre de 2023, Israel y la única planta eléctrica de Gaza proveían de luz a los gazatíes durante algunas horas al día, pero durante los primeros días de la guerra contra Hamás Israel cortó su suministro y la central de Gaza se quedó sin gasolina el 11 de octubre de 2023. Desde entonces, los habitantes de la Franja dependen de generadores eléctricos diésel y paneles solares para generar electricidad.

Agua

La calidad del agua disponible en Gaza también era muy pobre antes de la guerra, con menos del 5% de los recursos extraídos del acuífero costero aptos para consumo humano por culpa de la sobreexplotación y la contaminación por aguas residuales o del mar. Aun así, el acuífero era la fuente del 90% del consumo de agua de Gaza, complementado por el suministro de tuberías israelís, cisternas privadas y plantas desalinizadoras.

Como consecuencia de la invasión de Israel, el agua disponible en Gaza se redujo un 95% a partir del 9 de octubre de 2023 y la ONU estima que su población vive con tres litros al día per cápita, muy por debajo del umbral de emergencia de quince litros. Además, gran parte de la infraestructura para tratar o bombear las aguas residuales se vio obligada a cerrar por la falta de energía o fue objeto de  los ataques israelíes, de forma que los ya de por sí escasísimos recursos hídricos de los gazatíes están a menudo contaminados.

Hospitales

Antes del inicio de la operación «Espadas de Hierro», Gaza contaba con 36 hospitales en funcionamiento. Un año después, 31 han sufrido daños y solo 17 permanecen abiertos, así como 57 de los 132 centros de atención primaria activos hace un año, todos ellos funcionando muy por encima de sus capacidades y con escasez de anestésicos, antibióticos y gasas.

Destrucción de hospitales y centros de salud

Mapa de la destrucción de hospitales en Gaza

El caso más sonado es del hospital Al Shifa de la Ciudad de Gaza. El pasado mes de marzo el Ejército israelí atacó el complejo con tanques y fuego pesado durante dos semanas, destrozándolo casi en su totalidad y matando a cientos de personas. Israel afirmó que Al Shifa era un centro de operaciones de Hamás, una acusación para la que no puso mucho empeño en aportar evidencias verificables a pesar de que miles de palestinos lo utilizaban como refugio. El hospital, en el pasado el más importante del enclave, es uno de los 24 que se han visto obligados a cesar su actividad.

Colegios

Todas las escuelas de Gaza permanecen cerradas para los 625.000 estudiantes que había en la Franja antes de octubre de 2023, y a fecha de julio de 2024 el 85% de los colegios habían sido dañados o destruidos, con 564 impactos directos en instalaciones educativas. Muchos de estos centros se han convertido en refugios improvisados para los cientos de miles de desplazados internos, pero Israel no ha parado de bombardearlos argumentando que servían para fines militares sin aportar pruebas.

Destrucción de colegios

Mapa de la destrucción de colegios en Gaza

En agosto de este año, por ejemplo, más de cien palestinos perdieron la vida tras en el colegio Al Talbin, al norte de la Franja, tras el impacto de una bomba.

Cultivos

Antes de la guerra, más de la mitad de la superficie de Gaza era agrícola y más del 40% del consumo local de frutas y verduras se basaba en la producción interna, pero los ataques aéreos y las excavadoras israelíes —conocidas como bulldozers— han arrasado los huertos y las granjas palestinas. A medida que la población huía hacia el sur los cultivos quedaban también desatendidos y el ganado abandonado a su suerte.

Como consecuencia, hasta el 68% de los cultivos permanentes de la Franja presentan una disminución considerable de salud y densidad según UNOSAT y casi el 80% de la tierra cultivable ha quedado inutilizada, de manera que los gazatíes dependen ahora totalmente de la ayuda humanitaria para alimentarse.

Destrucción de cultivos

El mapa de la destrucción de cultivos en Gaza

Como consecuencia de las restricciones a la entrada de ayuda, el 96% de la población pasaba hambre y medio millón de personas pasaban días enteros sin comer en junio, datos que advertían del estallido de la mayor hambruna jamás registrada en la historia reciente.

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