Fuente: El País
En 2019, durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, se dio un encuentro histórico que conmovió a todos los presentes. Fue un encuentro entre Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia, y Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, exlíder de las FARC. Años atrás, estos dos hombres se habían considerado enemigos irreconciliables, pero el día de esa reunión, ambos reían juntos mientras compartían un libro titulado En el mismo barco. La paz, firmada entre ellos, se materializaba no solo en palabras, sino en ese acto simbólico. La FIL, un espacio que siempre ha sido más que una feria literaria, sirvió una vez más como un foro de diálogo y reconciliación. Así lo expresó Nubia Macías, quien dirigió la FIL durante una década, destacando su potencial para «sanar heridas».
Este año, España es el país invitado a la FIL, justo en un momento en que las relaciones diplomáticas entre México y España atraviesan por tensiones. La directora actual de la FIL, Marisol Schulz, había esperado la presencia de la nueva presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y algún encuentro de alto nivel con representantes españoles, pero las invitaciones han sido rechazadas. La reciente polémica sobre la investidura de Sheinbaum, en la que el rey de España no fue invitado, sigue fresquita en la memoria de los involucrados.
El anterior presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien nunca mostró interés en asistir a la feria, planteó en 2019 un acto simbólico para conmemorar los 500 años de la conquista, en el que el rey Felipe VI reconociera los agravios históricos. Sin embargo, la propuesta generó más controversia que entendimiento, abriendo viejas heridas. A pesar de ello, la FIL ha sido testigo de un encuentro significativo entre la secretaria de Cultura de México, Claudia Curiel, y su homólogo español, Ernest Urtasun, donde se discutieron nuevas propuestas de colaboración cultural.
El exilio español tras la Guerra Civil representa uno de los pilares fundamentales de esta feria, un período de gran hermandad que ha dejado una huella profunda entre ambos países. El intercambio cultural de ese entonces sigue vivo en la FIL, que homenajea a figuras como León Felipe, Max Aub, María Zambrano, Luis Cernuda, y muchos otros, cuyas obras contribuyeron al estrechamiento de lazos entre México y España. Para Macías, estos nombres son un ejemplo claro de cómo la cultura puede ser un vehículo poderoso para el entendimiento, especialmente en tiempos de discordia.
A lo largo de los años, la FIL ha crecido en su impacto, extendiendo su relevancia más allá de Guadalajara, convirtiéndose en un referente cultural para toda América Latina. España, como país invitado en varias ediciones, siempre ha estado comprometida con el intercambio cultural, y el próximo año Barcelona será la ciudad protagonista. Macías señala que este compromiso es un símbolo de la voluntad de mantener la comunicación constante entre los dos países.
Por su parte, María Luisa Capella, experta en ambas culturas y descendiente de exiliados españoles, considera que esta FIL es una excelente oportunidad para suavizar las relaciones entre México y España, aunque subraya que el reciente incidente diplomático relacionado con el rey Felipe VI aún pesa. Según Capella, muchos mexicanos percibieron este hecho como una falta de respeto, por lo que aún no es posible esperar un acercamiento político formal. A pesar de esto, ve en la FIL un espacio crucial para avanzar hacia la reconciliación. “La cultura es el mejor medio para sanar, pero también es necesario un esfuerzo para comunicar los aspectos positivos de la historia compartida”, comenta.
La FIL, además de ser un escaparate para los libros y la literatura, siempre ha sido un espacio en el que la política se filtra a través de sus actividades. Macías recuerda los conflictos políticos que surgieron en 2001 cuando Cuba fue el país invitado. A pesar de las tensiones y los enfrentamientos verbales entre cubanos y mexicanos, la FIL fue también un escenario para la resolución de estos conflictos, demostrando una vez más su capacidad para convertir las controversias en oportunidades de entendimiento.
La presencia de los políticos en la FIL siempre ha sido notable, ya sea por su deseo de estar en las fotografías o por su interés en aprovechar el ambiente cultural para abordar temas delicados. Como dice Macías, “la cultura tiene un poder limpiador; nos deja vernos de la mejor manera posible”. De cara al futuro, espera que la FIL continúe desempeñando un papel importante en la evolución de las relaciones entre México y España, confiando en que, con el tiempo, las tensiones se irán suavizando.
La FIL no solo es una feria literaria, sino también un espacio para construir puentes, hacer públicos los desacuerdos y, sobre todo, dar un paso hacia la sanación de las relaciones entre los pueblos. Si este encuentro servirá o no para mejorar las relaciones diplomáticas, aún está por verse, pero como siempre, la cultura se presenta como un instrumento clave para lograrlo.